Holi’s soul

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Volveremos a pisar las calles

BEGOÑA DEL TESO – Donostia, 9 mayo 2020

Volveremos a pisar las calles.
¿Recordáis la canción? Quizás sí si erais jóvenes y rebeldes allá por los años 70 del siglo pasado, cuando de pronto a la ilusión de la Revolución de los claveles se opuso la sed de sangre de aquellos generalitos sudamericanos. Si no la conocéis es que sois millennials, centennials o generación Z. Buscadla, merece la pena. Cuando esto escribo, la hermosa tonada de Pablo Milanés tenía 2.606.431 visualizaciones.

Por supuesto que nuestras calles no están, hoy, ensangrentadas ni nos hemos traicionado unos a otros. Algunas estrofas, cierto, no nos sirven porque no salimos, ahora, de un horror con metralla y desaparecidos. Pero la idea está ahí: Yo pisaré las calles nuevamente… y en una hermosa plaza, cerca de la alameda donde juega un niño, me detendré a llorar por los ausentes.

Los ausentes no serán solo aquella gente brava que, tras haber sobrevivido a tanto, la Covid-19 desarboló. Los ausentes serán, también, aquellos comercios pequeños a los que la pandemia bajó para siempre la persiana. No resistieron.

Pero no fue culpa solo del virus mutante, ni de los alquileres abusivos. Ni de cuán rápido nos vendimos al turismo. No, también cerraron porque nosotros les habíamos sido infieles. La imagen de tantos días de confinamiento, con la ciudad quieta, parada, ensimismada en su angustiosa soledad, sin risas ni bocinazos; sin nadie en las terrazas desaparecidas, con el kiosko sin música y el Ciaboga ain platillo de patatas volverá a repetirse (así lo dijeron un día las diez chicas de Holi, más la dama que cosió las primeras mascarillas y los dos taxistas amigos) si los demás seguimos comprando a las grandísimas plataformas, si preferimos subir o bajar a las grandes superficies en vez de zascandilear por las calles y las plazas, eligiendo unas flores acá, un aceite esencial allá, pidiendo un pan de masa madre dos cuadras más adelante y tomándonos un vino en los sitios donde no nos ofrezcan un plato para colocar los pintxos ni nos cuenten los palillos.

Claro que como ya no hay turistas, a los clientes autóctonos nos tratarán como a reyes-reinas. Más les vale.

Mirar a los ojos sin mascarillas

Volveremos a pisar las calles. Y volveremos a abrazar a las diez chicas de Holi. A mirarlas a los ojos sin mascarillas. Le enmendaremos la plana a aquella canción de Mari Trini (hay que ser muy del siglo pasado para recordarla, cierto) que decía Tu piel y mi piel nunca se llevaron bien. Las nuestras, en cambio, siempre han estado en contacto. Directo. Entre el Bule y Easo. O entre Easo y el Bule. Esencialmente aceitadas. Hidratadas. Nutridas. Toquiteadas por expertas y amorosas manos. Desde los 70 del siglo XX (era incluso el anterior Milenio) Holi no ha dejado de estar a pie de calle. Esa calle que ya empezamos a pisar. Calles que dan a otras calles, a otras plazas, a otros puentes y no a aparcamientos gigantescos.

Calles por las que transitar para recoger el pedido hecho on line. Nada en contra de la digitalización del comercio local, cercano, pequeño. En absoluto. La tecnología es una herramienta cargada de presente y de futuro. Lo ha demostrado en estos 50 días de encierro y vacío. Pero somos de carne, hueso, piel y corazón así que bajemos a la calle. Con todas las aplicaciones posibles en nuestros dispositivos, pero a la calle compañeros, a las plazas, chicas. Maquíllate, masajéame.

Sé digital, surfea por las redes, usa el ratón y el Bluetooth pero pisa las calles. Que volverán a ser nuestras.

BEGOÑA DEL TESO – Donostia, Sábado, 9 mayo 2020