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Pacto de damas (o cómo otro modelo de empresa es posible)

BEGOÑA DEL TESO – Donostia, Agosto 2020
Sucedió hace unos años. Tampoco tantos. Cinco quizás. En el despacho de una abogada de Alicante, no muy lejos del local tres del número tres de la Avinguda Goleta donde tiene su boutique la Cosmética Científica y Natural (sin petróleos, sin siliconas, sin lanolinas, sin colorantes, sin cremas base; con aceites esenciales, extractos de plantas y puros principios activos) de Mahnaz Paymani, la científica, la bióloga, la cosmetóloga iraní que andando caminos, sorteando políticos y gentes tóxicas –para ella y para su país- acabó asentándose entre Ibi, allí donde todos los juguetes soñados son creados, y Tibi, donde crecen la oliva y la almendra. Tenía una pequeña oficina (en el piso 2F de un inmueble sin mucho lustre) en la capital, donde las fiestas de moros y cristianos y las batallas de fuego del Castillo de Santa Bárbara.

Sucedió no hace mucho, en el despacho de una abogada de Alicante. Mahnaz, que había empezado a formular cremas en su hogar de la antigua Persia porque una amiga del colegio se había quemado la piel de uno de sus brazos y le daba apuro que vieran el signo del fuego en su epidermis, iba a firmar un contrato con Verónica Azcárate Ostolaza, una vasca de Donostia San Sebastián que había sido (y seguía siéndolo) una fiera en el mundo de la Publicidad, la Comunicación y el Marketing.

Iban a firmar un contrato, sí. Pero compartían abogada. Lo habían decido así. No querían que si cada una aparecía con su mujer u hombre de leyes respectivos cada uno de ellos intentase que su clienta saliese más beneficiada que la otra parte contratante (ya sabéis, algo parecido a las famosas líneas marxistas, tendencia Groucho,en la película Una noche en la ópera: “Escuche, ¿por qué no hacemos que la primera parte contratante de la segunda parte contratante sea la segunda parte de la primera parte?”).

Al fin y al cabo, el contrato por el que Mahnaz Paymani ponía en manos de Verónica Gabriela el presente y el futuro de sus cremas llamadas Abundance o Natural Rich pues eso es lo que la Naturaleza regala, abundancia y riqueza; sus cremas certificadas Bio por ACENE, empresa dedicada precisamente al control y certificación de productos naturales, ecológicos y veganos, se había sellado bastante antes con un mirarse a los ojos y un abrazo.

Cuando Mahnaz decidió que ya era hora de aflojar un poco la lucha y seguir fluyendo con la vida mientras meditaba, hacía yoga o se alojaba en un monasterio tibetano de Vevey cuando viaja a Suiza, allí donde empezó a formular sus tónicos para normalizar el ritmo natural de producción de grasa del cuero cabelludo o sus serums reafirmantes, nutrientes, regeneradores de pieles secas, sensibles o maduras, le requirió un juramento a Verónica, que trabajaba con los mejores turroneros de Alicante y conocía a muchos empresarios vascos que habían encontrado retiro y refugio entre el monte Banacantil y las ramblas.

Mahnaz miró a los ojos a la madre de Mateo, Guido y Daniela y le pidió que jurase por ellos que nunca la engañaría. Verónica, que ya estaba más que maravillada de que los técnicos de los laboratorios al uso le comentasen la extrema dificultad de hacer realidad las formulaciones de Mahnaz porque con ellas no se trataba de crear una crema base y añadirle luego los ingredientes (que es lo habitual) sino que les sorprendía y hechizaba que todo, todo, fuera un principio activo, sintió la potencia y la carga del juramento. Pero lo hizo, claro. Había pasado demasiado tiempo entre tiburones de los negocios, entre directivos con un grado de ambición extremo, extremado y extremoso. Juró.

Quizás, también, porque intuyó que juntas estaban formulando otra manera de hacer empresa. Que hacer negocio, hacer marketing y dirigirse a la clienta, al cliente, sin atajos, sin letra pequeña, era posible.

Juró que no engañaría jamás a la dama persa. Y volvió a jurar cuando la abogada que compartían llegó al punto del contrato en donde se mencionaba qué pasaría si la Azcárate no cumplía durante un periodo de tiempo equis los compromisos económicos pactados con Paymani, que se retiraba pero seguía siendo el principio activo de la marca.

Mahnaz, a la pregunta de Concha, la mujer de leyes, dijo que no había necesidad de añadir números o formas de sanción a la cláusula: cualquier asunto referido al dinero, la manera de comercializar los productos, los debes, los haberes y el futuro de Paymani Natural Scientific Cosmetics recaería siempre sobre la conciencia de Verónica.

Formulados los juramentos (con los principios activos de la lealtad, la dignidad y la amistad) se firmó el contrato. En aquel despacho de aquella abogada puede que estuviera surgiendo una nueva manera menos agresiva, menos canalla, menos a lo Mister Scrooge de hacer empresa. Es pura cuestión, tal vez, de un pacto de damas. De muchos pactos de damas. Como el que, parece y puede que salve a Europa; ese conseguido por la también científica Angela Merkel, la ginecóloga y presidenta de la Comisión Europea Ursula Gertrud von der Leyen y la economista y abogada Christine Lagarde, que fuera la primera mujer ministra de Asuntos Económicos del G8 , la primera en dirigir el FMI y que actualmente preside el Banco Central Europeo

Sí, posible y probablemente se trate de eso, de jurar por tu conciencia. Estando, eso siempre, sobradamente preparadas en las Ciencias, las Artes, las Leyes, los Negocios, las Estrategias, los Misterios, la Filosofía y la Sabiduría que formatean este mundo nuestro. Y los otros…

BEGOÑA DEL TESO – Donostia, agosto 2020