Holi’s soul

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Meriéndate el verano

BEGOÑA DEL TESO – Donostia, Julio 2020

En tiempos que empiezan a ser lejanos, la merienda (riquísima) consistía para muchos de nosotros, más allá de un festín, en un panecillo con una onza de chocolate. A veces espolvoreábamos el pan con azúcar. Y no pasaba nada. Aquí estamos, en forma y saludables. También había el momentazo del pan con chorizo. Solía ser Pamplonica. Para algunos, el chorizo fue de Pamplona hasta que aprendimos que podía ser ibérico, de Guijuelo o de Arenzana de Abajo, hecho en casa por la abuela de la gran familia.

A veces tocaba paté (lo de saber que existía el foie fue para largo…). Paté de campaña sobre rebanada de pan crujiente. Y luego llegó la crema de cacao. Y los Tigretones. Y los Donuts (lo sé, no es ni bio ni eco ni… pero así pasó).

Mientras, los chavales y las chavalas de Kenia merendaban caña de azúcar. Pero nosotros no lo sabíamos. Y los de Rusia (era la URSS en aquel tiempo), cuajada glaseada. En Londres, la gente bien empezaba a tomar a las 15 horas el llamado Té de las cinco, el Afternoon tea. Y lo tomaban a la manera del Sombrerero Loco y compañía, los amigos de Alicia. Té en el País de las Maravillas. Té de La India con sus sándwiches de pepino, sus pastas y sus scones de harina de trigo, centeno o avena, mantequilla y levadura. Por aquí, más de una señora aseñorada pedía su Copa Melba en alguna de las acreditadas heladerías de la ciudad. O jugaba al tresillo con sus amigas mientras flirteaba con su copa de anisete y unas pastas. ¿Los señores? Afari-merienda en la sociedad, carne guisada entre pan y pan y trago de sidra…

Las costumbres son otras

Historias. De hace tiempo. Quizás demasiado. Ahora las costumbres son otras. Por más que cuando estás hospitalizada, a eso de las 4 pm aparece la auxiliar sanitaria con una deliciosa bandeja con vaso de leche y galletas… Ahora, la gente guapa, la gente sana, activa, ecológica, surfera, ciclista urbana y nativa digital se aprovisiona de víveres para su merienda en sitios como Holi. Dejan en la puerta sus skates o sus tablas de surf y buscan sus barritas de sésamo o muesli. Se pillan unas tortas San Blas Txikis (aunque no estemos en febrero, siempre estará bien que el santo decapitado nos cuide la garganta…) elaboradas por Leire y Aitor (Goxart es su gracia de obradores pero les conocemos también como Galgorri, Orea y Txokoblas) en Elgeta, ese promontorio guipuzcoano situado, a la brava, entre Eibar, Bergara y Elorrio .

Unos Sanblases de trigo, azúcar, huevo y margarina vegetal no hidrogenada. Unos bollos dulces con pasas y sirope de trigo. Unas pastas de coco y huevos frescos…

Preparando la merienda con el traje de neopreno aún puesto. Podrían pillar los especialistas en olas XXL unas galletas de salvado (lo comen los caballos de pura sangre y los perros que protegen tu casa, ¿por qué no iba a ser bueno para ti?). O de avena. O con arándanos…

¿Y para beber? No, un rooibos, no. No por nada, es que ya hemos tomado demasiados. Mola más el agua de coco. El coco, a algunos de nosotros siempre nos recordará las tardes y anochecidas de ferias y barracas. O el tren de la bruja. Porque en otros tiempos, el coco era un producto exótico que solo traían a la ciudad los feriantes. Ahora, no. Ahora el agua de coco es lo más cooool del momento.

Sabrosa, refrescante, hidratante, una delicia de lo más cute. Y ya ni os cuento si resulta ser de la marca que acostumbran a exigir las troupes de peliculeros internacionales que hacen cine en Donostia. Afirmativo, hablamos de la Bio-Kokowasser del Dr Goerg, una empresa de Montabaur, en el estado alemán de Renania-Palatinado, que negocia en términos de comercio justo con los agricultores cocoteros de Filipinas.

Claro que un plum cake de pasas y nueces también podríamos tomárnoslo con otra de las bebidas de este III Milenio, la kombucha. Originaria, como casi todo lo que no inventamos en Occidente, de Asia y legendaria como todo lo que surge en Oriente, es rica en aminoácidos, antioxidantes y vitamina B. Bebida fermentada gracias al espectacular ‘hongo manchuriano’, a unas cuantas bacterias y varias levaduras, a nosotros, entre otras tantas, nos gusta la de un americano fetén llamado Griffin, la Mucha Kombucha, elaborada aquí mismo, en Oiartzun. Hay que elegir entre la original, la de granada, la de coco y vainilla y la de jengibre y manzana…

Nos gusta bebernos la vida

¿Aún tenemos sed? Vamos a masticar algo, ¿hace? La canción (de otros tiempos) hablaba de la pulpa de tamarindo. Nosotros, de la de aloe vera. Nos gusta bebernos la vida, el verano y la amistad. Compartir un trago largo de Aloe Vera Drink que contiene eso, aloe y agua. Aloe para beber y para masticar. Se cultiva en Prachuap Khiri Khan, Tailandia. Agricultura orgánica, sostenible. Se embotella en Pthumthani y antes de que pilles una serie más en el mar de Hossegor ya ha llegado al Boulevard o la calle Easo.

Perdón… ¿y algo con un toque de alcohol, con un punto de chispeo y burbuja? Ningún problema: un cava de auténtico terroir, el de la Finca Mas Lluet , Barcelona. Siete generaciones de payeses viticultores dedicados al amor de la vid. Bolet Brut Nature, creado con uvas de las variedades Macabeo, Xarel•lo y Parellada. De color amarillo y reflejos dorados. Por la tierra de la que surge tiene aromas frutales pero su crianza le enriquece con toques de almendra tostada. Egin dezagun topa, prost! Osasuna! Salud! To Life.

¿Y un tinto de verano? ¿Por qué no? ¿Navarro? Hace tiempo que el Viejo Reyno dejó de ser únicamente tierra de rosados y descubrimos esos tintos suyos más que interesantes.

Y si son ecológicos, mejor aún. Sirvámonos una copa de Quaderna Via Especial, 90%de tempranillo y 10% de Cabernet Sauvingnon.

Un vino con historia(s): Raúl y Jorge Ripa lanzaron su primer vino ecológico al mercado en el año 1998. Fueron pioneros. Pioneros en toda Europa. Desde Iguzquiza en la carretera entre Estella y Logroño. Bebamos, que la vida es corta y si larga, tiempo hay para pasarla con una copa en la mano.

Ah, ¿mejor con una jarra de cerveza? De acuerdo, abramos una Pilsner clásica, una cerveza de origen bohemio. Con malta de cebada y un lúpulo muy especial, ese que crece en esa montaña de los pájaros que da nombre a nuestra garagardo (bier, birra, chela, bière, pivo): Vogelsbergen Naturburschen.

Comámonos el verano, bebámonos la merienda. Salud, amigos.

BEGOÑA DEL TESO – Donostia, julio 2020