Antonio, cómo aterrizaste en el mundo de la apicultura?
El mundo de la apicultura siempre me ha llamado la atención, a los quince años quería ser entomólogo. Estudié veterinaria, me especialicé en la rama de producciones ganaderas, que era lo que más me gustaba.
Posteriormente, hice un máster de gestión de explotaciones ganaderas. Cuando vi que las opciones que tenía para trabajar eran en explotaciones ajenas, pensé: para eso me monto yo una y me la gestiono yo!!
Mis bisabuelos tenían colmenas, en mi casa me contaban historietas cuando era niño relacionadas con las abejas, y siempre ha habido mucha tradición de usar la miel en las recetas de cocina.
Como transcurre un día laboral?
Alternamos un día en las colmenas con un día en almacén, vaciar la camioneta y preparar los materiales para ir al monte de nuevo. Pero cambia mucho el trabajo del día a día según las estaciones y el clima.
Cuántas personas trabajáis en El Albar?
Hasta hace poco yo solo. Contraté a mi cuñado porque la verdad es que era demasiado para uno.
Cuando empecé solo pensaba dedicarme a la tarea de apicultor: sacar la miel, meterla en barriles de 300 Kg y venderla a mayoristas. Pero por circunstancias de la vida, finalmente terminé haciéndolo todo, el envasado, etiquetado, pedidos, etc.
El huerto, los paseos por el monte con el perro, y mi trabajo, me satisfacen y me hacen feliz.
Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Cuando en primavera acabo con los brazos doloridos de tanto levantar los cuadros de miel: eso da una alegría del copón! Cuando te pilla una colmena con abundante miel, sabe rico!
Ahora estoy intentando sacar más productos, además de la miel y el polen, el propóleo, (propóleo puro diluido, en venta en Holi), y estoy en proceso de comercializar la hidromiel, es como un vino blanco, solo de miel, sin uva, como una mistela, y otra bebida de 5°, semejante a la sidra, pero de miel.
Como es la vida en el campo para un chico de apenas treinta años, como es tu caso?
Vivía en Zaragoza, ahora vivo en Lechón, pueblo situado entre las provincias de Zaragoza, Teruel y Guadalajara, que no alcanza ni los 20 habitantes en invierno, pero vivo muy a gusto y no echo en falta la ciudad. El huerto, los paseos por el monte con el perro, y mi trabajo, me satisfacen y me hacen feliz.
Muchas gracias Antonio y todos nuestros deseos de que continúes así de bien !!!
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